A primera vista parece una pregunta sencilla, pero no lo es. Es una pregunta que en la época de la Reforma protestante del siglo XVI se podía responder bien por el 90% de los creyentes. Pero ahora, en el siglo XXI, es un desconcierto para el 90% del cristianismo evangélico. Obviamente la teología evangélica se ha ido degradando con cada siglo que pasó, pero eso está empezando a cambiar poco a poco con el resurgir de la teología reformada. Seguramente, querido lector, querrás saber en qué posición te encuentras respecto a la «doctrina de la redención». Hagamos un pequeño ejercicio para saber qué crees al respecto.
¿EL DESTINATARIO DEL PAGO?
La salvación, en términos de «redención» es una transacción comercial entre dos partes. La doctrina de la «redención» se encuentra tanto en el antiguo como en el Nuevo Testamento. Desde el tiempo de los filósofos griegos (el griego clásico que se enseña en algunas universidades), tanto como en el griego del Nuevo Testamento (griego koiné) e incluso en la traducción al griego del Antiguo Testamento (La Septuaginta) la palabra «redención» (gr. lutron) no ha variado de significado. Siempre hay un pagador y un destinatario del pago y, en el medio, está el objeto de lo que se compra. En el Antiguo Testamento, la redención (traducido algunas veces como «rescate») podía ser aplicable a animales (Ex. 13.3), a una tierra o propiedades (Lev. 25.32), y principalmente es referido a personas (Ex. 21.30).
En sí, el significado principal de «redención» (y el más ilustrativo) es el pago de la libertad de un esclavo.
Según el Nuevo Testamento nosotros somos los esclavos del pecado y Cristo vino a libertarnos (darnos redención) al precio de su sangre derramada en la cruz.
En quien tenemos redención por su sangre, la remisión de los pecados según las riquezas de su gracia (Efesios 1:7).
Cristo es el «pagador», su moneda de pago no fue oro, plata o piedras preciosas, sino su preciosa sangre (1 Pe. 1:18 y 19).
La gran pregunta a responder es: ¿A quién fue dirigido el pago?
Tenemos tres posibles candidatos, pero bíblicamente uno es el correcto. Estos tres son:
1) El Diablo.
2) La Humanidad.
3) Dios.
¿UN PAGO AL DIABLO?
Increíblemente hay gente que piensa que Cristo pagó a Diablo para rescatarnos. Si bien el ser humano por naturaleza es un esclavo del pecado y está bajo la influencia del «príncipe de este mundo» (Ef 2:2), no obstante el Diablo nunca fue el dueño de las almas humanas. El propietario de las almas es Dios:
Ezequiel 18:4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.
Aunque el Diablo quiera arrogarse los reinos de este mundo (recordar la tentación de Cristo en el desierto) Dios es el Rey soberano y todo lo creado fue por Él y para Él (Col. 1:16).
¿UN PAGO A LA HUMANIDAD?
Aquí son muchas las iglesias y denominaciones cuya teología argumenta que el pago de Cristo en la cruz fue «para» la humanidad, pero creo que aquí hay una confusión de preposiciones.
En la redención, la preposición «por» indicaría el objeto no el destinatario. Según Tito 2.14 Jesús dio su vida «por nosotros» para redimirnos. Ahora la preposición «para» indica el destinatario.
Pongamos un ejemplo sencillo. Si una persona es secuestrada y sus captores piden un rescate, la familia de la víctima paga un rescate «por» la persona secuestrada y el dinero es «para» los secuestradores.
Pero en cuestión teológica no puede ser que el pago de Cristo sea «por» el pecador y a su vez «para» el pecador (la humanidad) , esto sería ilógico. Cristo no contrajo una deuda con la humanidad, en todo caso la humanidad tiene una deuda con Dios contraída desde el Edén por su pecado.
Todo el Antiguo Testamento nos enseña que en cada sacrificio de animal la sangre era ofrecida a Dios (como destinatario) y no al pueblo de Israel. Como sabemos, esos animales eran un anuncio del Mesías que, como dijo Juan el Bautista presentando a Jesús, es «el cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29). En este caso «mundo» no significa todos y cada uno de los individuos de la humanidad. Esta es la confusión que tienen los creen en la «redención universal» (universalistas) respecto al término griego kosmos, pues quieren aplicarlo a toda la humanidad en su conjunto. Por supuesto, Juan 3:16 siempre lo usan como un caballito de batalla para «redención universal», pero ¿qué sucede con Efesios 5:25 donde «Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella«?. La palabra «entregó» tiene la idea de pago de rescate, y es claro que ese pago de Cristo es solo por Su iglesia y no por toda la humanidad. Si bien la oferta del Evangelio es para todo el mundo (toda criatura), la transacción llevada a cabo en la cruz solo involucró los escogidos (quienes solo Dios conoce y por eso hay que predicarle a todo el mundo sin distinción).
Recordemos que la transacción de redención de un esclavo involucra tres partes: 1) El pagador (Cristo) 2) El deudor (nosotros) 3) El propietario (Dios). Por tanto, atribuir el pago a la humanidad como destinatario no tiene sentido como idea de redención, ¡ya que la humanidad se trasformaría en el «deudor» y en el «propietario» a su vez!
Tampoco podemos decir que el pago fue al «pecado», porque el pecado no es una persona. Muchas veces se personifica el pecado, o la muerte en la Biblia, pero sabemos que es un recurso literario, algo metafórico, y no se pueden considerar como una entidad a quien va dirigido el pago
¡UN PAGO A DIOS!
Sí, esta es la ida correcta. El ser humano ha pecado contra un Dios santo y justo, por lo tanto el pecado no solo es una separación de Dios, sino que también es una deuda contraída con Dios. El salmista dice: «Contra ti he pecado» (Sal 41:4). En la parábola de los dos deudores (Lucas 7:41), estos deudores contrajeron una deuda con el Rey, y no el Rey con ellos, ¿verdad?
Lo glorioso de la doctrina de la redención es que Dios nos compra para Dios.
Dios dijo, cuando murió Abel asesinado por Caín, que su sangre clamaba a Él desde la tierra. Pero Hebreos 12:24 nos dice que la sangre de Cristo habla mejor que la de Abel. El pago de la sangre de Cristo en la cruz fue ofrecida a Dios el Padre en favor de un pueblo escogido. Dios el Padre recibió este sacrificio perfecto como acepto en favor del pecado de muchos (Mt. 26:28 – Mr. 14:24). Es Dios el que advirtió la deuda: «El alma que pecare morirá» (Gen 2.7). Ahora el Hijo de Dios muere en lugar de un pecador para saldar su deuda, y Dios el Padre recibe dicho pago como una acto de redención.
LA REDENCIÓN PARTICULAR
También conocida como «redención limitada» es parte del sistema teológico conocido como «Las doctrinas de la Gracia» (o 5 puntos del calvinismo). Las antiguas confesiones de fe como Westminster y Bautista de 1689 dicen que dicho pago fue solo «por los escogidos»: «nadie más es redimido por Cristo, o eficazmente llamado, justificado,
adoptado, santificado y salvado, sino solamente los escogidos» (Jn. 6:64,65; 8:47; 10:26; 17:9; Ro. 8:28; 1 Jn. 2:19).
Aquellos que rechazan esta doctrina dicen, bajo la perspectiva universalista, que «Cristo pagó el precio de toda la humanidad en la cruz«. Ahora bien, esta posición teológica tiene rechazar forzosamente que el pago no pudo haber sido para Dios. ¿Acaso Dios recibiría en su mano un pago de gente que se pierde? Esto no cuadra. Por esta razón atribuyen el pago de Cristo a la humanidad, lo cual es otra incoherencia, porque es la humanidad la que está en deuda con Dios y no viceversa.
Por eso al plantear un mal esquema respecto al «destinatario del pago» provoca un mal entendimiento acerca de por quiénes se pagó el rescate. Por lo general los universalistas rechazan la idea de una «redención limitada» porque piensan que los reformados estamos «limitando a Dios», cuando justamente es lo contrario.
Los universalistas en vez de ponerse del lado de Dios se ponen del lado de la humanidad. Sé de muchos hermanos universalistas que son temerosos de Dios, pero si lo pensamos detenidamente, es en cierta forma una ofensa a Dios plantear que una parte de la sangre derramada por Cristo en la cruz se perdió no teniendo ningún efecto salvífico.
Esta idea de pago de la «redención universal» es para mantener a salvo otra doctrina errónea que es la del libre albedrío del hombre. En la teología reformada, como dijo Lutero, el libre albedrío es «solo un esclavo». Si Dios no resucita a pecador muerto, este no se levanta de su tumba espiritual por medio del libre albedrío.
A la hora de evangelizar o te centras en el hombre o en Dios como eje. A principios del siglo XX, el alejamiento de muchas denominaciones del entendimiento reformado de la doctrina de la redención los llevó a centrarse en el hombre a la hora de evangelizar. Los llamamientos al altar, las oraciones inducidas para recibir a Cristo (prácticas que no se ven en Nuevo Testamento) son producto de dicho alejamiento doctrinal.
La teología reformada tiene en claro que lo natural del estado del hombre es el rechazo del precio del rescate, pues no hay quien busque a Dios (Romanos 3:11). Si Dios no llama eficazmente al pecador este no acude a él.
EL ESQUEMA CORRECTO
La teología bíblica correcta es que:
1) El ser humano tiene una deuda impagable con Dios.
2) Como ningún ser humano puede pagar su propia deuda, Cristo, el Hijo de Dios, vino a pagar por el pecador.
3) Dios acepta el pago de Cristo en la cruz en favor de todo pecador que se arrepiente y pone fe en su Hijo (y esto es gracia al llamamiento eficaz de Dios por medio del Evangelio).
4) El pago en la cruz de Cristo fue por todos los pecados de un número escogido de pecadores a los cuales la Biblia los llama «su pueblo» (Mt 1:21).
5) Como el pago fue dado al Padre, no hay una sola gota de la sangre de Cristo derramada inútilmente por personas que se irían al infierno, sino que el pago completo y perfecto fue por un pueblo escogido desde antes de la fundación del mundo, y esto fue por pura gracia y no porque haya previsto en ellos buenas obras (Ef. 1:14)
Un esquema teológico así es el que da plena gloria a Dios como el Alfa y Omega, principio y fin de nuestra salvación. Cristo entró al santuario de Dios llevando su propia sangre, y esto, y solo esto es lo que nos hizo aceptos. ¡Nada de ese pago se perdió en el camino! ¡Ni una sola gota de sangre!
Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (Hebreos 9:12)
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