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Alejandro Riff

Pero tú habla lo que conviene a la sana doctrina (Tito 2:1 )

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La idea pagana del éxtasis en la adoración

Publicada el 11/12/2016 por Alejandro David Riff

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Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (Romanos 12:1)

Las iglesias evangélicas del siglo XX (y por ende las de nuestro) han tenido una fusión entre lo pagano y cristiano; especialmente aquellas iglesia de extracción carismática, pero también alguna que otra  denominación ha sido afectada por esto.

Se ha instaurado la idea de que adorar, es entrar en una especie de trance donde te olvidas del mundo que te rodea. La idea es que tu mente quede casi en blanco, al punto de olvidarte de los hermanos de la iglesia, y todo se centra en sensaciones y emociones. Para contribuir a la experiencia, algunos piensan que bajando las luces y poniendo algún sintetizador de fondo… ¡ayuda al momento místico y trascendental! ¿Pero es esto lo que nos enseña la Biblia con el «culto racional» que menciona? ¿Esta fue la práctica de la iglesia primitiva?

El criterio bíblico de la adoración

Es curioso que la misma palabra griega de Romanos 12:1 «racional», es la misma utilizada en 1 Pedro 2:2 con la «leche espiritual«. La palabra logikos, por supuesto, su traducción depende del contexto, pero es innegable que la conexión que se establece entre lo espiritual y lo racional (nuestra parte pensante). Cuando Dios pide que el hombre lo ame (y adore) nos dice que involucra no solo el corazón, sino también nuestra mente y nuestras fuerzas (comparar Lucas 10.27). No hay idea tal como que adorar sea una experiencia solo de los sentimientos anulando la mente. Tampoco es la enseñanza bíblica aquel éxtasis de orar en lenguas todos juntos (que muchas iglesia practican)

 ¿Qué hay, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. (1 Corintios 14:15)

En la adoración bíblica no se disocia la mente del corazón, en la idea pagana de adoración, sí.

Tampoco se anulan los sentimiento en pro de un racionalismo muerto. Dios nos ha capacitado con un intelecto tanto como de sentimientos. Por lo tanto, en la adoración a Dios, mente y corazón van de la mano.

La infiltración pagana en la iglesia

Muchos rituales afroamericanos y tribus latinoamericanas autóctonas tenían cultos a sus dioses donde las personas entraban en trance. Muchos de estos trances eran inducidos por la perdida de sangre (comparar 1 Reyes 18:28) y otras veces eran inducidos con drogas o por grandes períodos de ayuno. En esos éxtasis también habían profecías por parte de personas que estaban en ese estado (¿te suena familiar con alguna iglesia). Las culturas alejadas de Dios, y sin el evangelio, no solamente adoraban a ídolos, sino que peculiarmente en su «forma de adoración» dejaban la mente de lado, para concentrarse en experiencias emocionales, (desde ya que la actividad demoníaca se propagaba especialmente en esto rituales).

Curiosamente muchas iglesias llaman «adoración»  a Dios al entrar, digamos, en una especia de trance extático. No toman drogas por supuesto, pero el ambiente prefabricado de música a alto volumen, griterío colectivo y alguno que otro juego de luces, contribuye a que el cerebro genere su propio tipo de sustancias químicas de exitación. Cuando las personas se acostumbran a esto, relacionan adoración con éxtasis, y en cierta forma se hacen droga-dependientes de este tipo de cosas. ¿Es o ha sido acaso esta tu experiencia?

Renovando la mente con la Palabra de Dios

Si tu mente no es moldeada por los pensamientos del evangelio, corres el riesgo de quedar preso en estas iglesias del éxtasis. La falta de enseñanza bíblica viene siempre de la mano con estas experiencias extrañas al cristianismo (que hoy quieren ocupar la categoría de «normales»). Muchos temen ofender a las personas diciendo que eso está mal, pero ¿no es parte del evangelio presentar el problema del pecado y denunciar el error? No hay nada más peligroso que aquellas personas que creen conocer a Dios, pero en realidad no lo conocen de verdad, porque nunca se han detenido a contemplar la verdad de las Escrituras, la revelación de Dios de sí mismo. Se les ha dicho, descontextualizando 2 Corintios 3:6, que la «letra mata», y de esta forma se les ha hecho cerrar sus Biblias para volcarse a las experiencias de antiguos cultos paganos, nada más que con una superficial pincelada de cristianismo.

Nuestro culto, como dice la Palabra de Dios, es racional y es a su vez espiritual. Como dijo alguien: «el combustible de la adoración es la redención«.  La muerte de Cristo en la cruz, su victoria sobre el pecado, su gloriosa resurrección, son nuestro gozo. La misma persona de Dios es el centro mismo de nuestra adoración. Al ser renovada nuestra mente y corazón, por la obra regenerado del Espíritu Santo en nuestra salvación, nos capacita para adorar a Dios en espíritu y en verdad. No hay adoración genuina separada de la verdad.

 Dios es Espíritu; y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren (Juan 4:24).

Si estás en un lugar donde se dice que se adora a Dios pero no está la verdad de la Palabra, ¡sal de allí!, porque allí no está Dios. Ve a un lugar donde se predique la Biblia, donde tu corazón y mente serán transformados por el poder del evangelio. Dejemos las experiencias místicas impulsadas por hombres ciegos… ¡Abandonemos esas ideas paganas de adoración y volvamos al único Dios verdadero!

Dios no nos da una experiencia extática para conocer a Cristo, sino un entendimiento que viene a través de la verdad de su Palabra.

Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. (1 Juan 5:20)

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