Spurgeon era calvinista, pero un calvinista moderado. Podría decirse que es un ejemplo de la predicación equilibrada que tendrían que tener los de fe reformada. La mejor manera que tenía de demostrar sus doctrinas no era en la apologética y la discusión que se complace en ganar disputas teológicas, sino en ganar almas para Cristo.
También fue un gran edificador del pueblo de Dios y un guía para la formación de pastores. Él era «bautista», pero no se limitó a ser un benefactor de los propios intereses de una denominación, sino que fue de bendición a todo el pueblo de Dios. Al final se su vida fue abandonado por las iglesias de su propia denominación que claudicaron en muchas doctrinas